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La historia #preemie de Molly una #preemie de 32 semanas ahora con 28 años

Nacida a las 30 semanas de gestación, cuentan que estuve un par de días en cuneros con equipo a mi alrededor que me ayudaron a salir adelante.

Peso: 2.750 Estatura: 53 cm.


Mi nacimiento fue un tanto traumático para mi madre.

Situación: Se había regresado con su familia, ya que era un embarazo de alto riesgo y en dónde estaba viviendo con mi padre no había equipo médico ni los especialistas de su confianza.


Un día antes de mi nacimiento le avisaron mi mamá que tenía que nacer ¡ya!


En 1991 era más complicado trasladarse desde Baja California Sur hasta Chihuahua, obvio mi papá llegó después de mi nacimiento y eso le casó mucho estrés a mi madre durante el parto.

Mi desarrollo fue un tanto lento a comparación de los otros niños.

Tuve estimulación temprana durante más tiempo de lo habitual, caminé hasta que tuve 1 año y 2 meses. Empecé a formular a hablar a la edad de 1 año y 6 meses, lo que no estuvo tan mal.


En cuanto a mi cuerpo tuve que tener tratamiento ortopédico por muchos años ya que tenía varios padecimientos en los pies y piernas que hasta la fecha siguen siendo un tema delicado de salud. En kínder notaron que tenía un retraso en el nivel de lectura y la retención de información. Después de buscar especialistas encontraron que tenía déficit de atención acompañado de una notable hiperactividad.


Desde entonces mis padres decidieron mantenerme con terapeutas que me ayudaran, acompañándolo de mil actividades artísticas y deportivas. Desde los 4 años tuve clases de baile y casi toda la información que retenía era por canciones o cuentos que mi mamá inventaba para ayudarme en cada etapa de mi vida hasta secundaria. Desde entonces el baile y canto son esenciales en mi vida.


El camino no ha sido fácil, muchos obstáculos y personas queriendo apagar mi luz siempre se han presentado, pero creo que son nuevos retos por vencer.


Aunque tenga que iniciar desde cero 20 veces más, se hace.


Con el tiempo comprendí que la vida es un viaje turbulento pero es bonito compartir nuestra luz con el mundo sin miedo ser nosotros mismos, sin miedo a cantar, sonreír, bailar, expresar, amar, equivocar, caerme y levantarme. Todo se vale en este viaje al que llegué antes, pero con toda la actitud.


Molly




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