Carta abierta a mi hermano menor
Foto: propiedad de Ana Molinar T.
Las personas con quienes más pasamos tiempo en nuestra vida, es con nuestros hermanos (as). Creo firmemente que hay una razón por la cual son parte fija de nuestra historia, momentos buenos, complicados, tristes, alegres, sueños cumplidos, duelos… todo.
Es todo un reto ¿por qué? Dos personas distintas creciendo al mismo tiempo, encontrándose cada uno, creciendo en un mismo espacio y e
n muchas cosas, espejo de nosotros mismos.
Mientras va pasando el tiempo, creo que es más retador; de niños todo parecía más sencillo, todo era jugar o pelearse por un juguete. Cuando somos adultos, es respetar la individualidad, los gustos, las creencias, discutir y saber perdonar, porque ese vínculo que nos une para toda la vida.
Yo tengo dos hermanos y una hermana, han marcado mi vida en todos los sentidos y les estoy agradecida por la huella que han dejada en mi.
Hoy esta carta es para mi hermano menor, abierta, para compartirles lo que tanto ha dado a mi vida.
Querido hermano (menor),
De ser la menor, me convertí en hermana mayor.
Veía crecer la panza de mamá, sin poder dimensionar que tú crecías dentro de ella, que un día llegarías para jamás irte.
Estoy segura de que me emocionó ver un bebé nuevo en casa, cómo tener también sentimientos encontrados al recibir a un nuevo compañero.
Todos los recuerdos que tengo de mi infancia son siempre a tu lado, era de esperarse que compartiéramos mucho de niños.
Te recuerdo siempre sonriente, kamikaze, sin temor, valiente, imparable, guerrero, travieso, amante del fútbol y bailando siempre juntos al son de Xuxa.
Claro que no todo eran sonrisas y compartir, había llantos, peleas, celos, perseguirnos, gritos… es parte de la hermandad, dos personas creciendo al mismo tiempo en distintas formas, a la par que aprenden a convivir.
Pero fuimos creciendo, y parecía que ya no teníamos tanto en común, más que aquellos recuerdos. Cada uno hizo nuevos amigos, sus propias aventuras y compartimos los momentos en familia juntos, pero ya no tan unidos como antes. Supongo que es normal, es parte del camino, separarse para luego reencontrarse.
Hoy siento que somos de nuevo esos niños que juegan todo el tiempo juntos, solo que ahora planeamos proyectos juntos, platicamos largas horas de cómo nos sentimos, compartimos nuestros sueños, nuestras frustraciones y NOS ACOMPAÑAMOS.
Somos muy parecidos, aunque a veces pareciera que no. Lo que nos ha dado momentos difíciles entre nosotros, pero me has enseñado mucho sobre empatía y respeto, sin importar que pase y que se diga, siempre tener una mano para apoyarnos e impulsarnos.
Puede ser que la pasamos tan bien juntos, que por eso mi anhelo que Amaia tuviera un hermano(a) menor. Pero estas últimas semanas me he dado cuenta que mis anhelos son míos y ella es libre de construir los propios.
A mi hermano menor, gracias por aguantar a que me acostumbrara a ti, a darme cuenta de que no eras un intruso, como seguro lo sentí cuando llegaste del hospital, si no que eras un compañero para toda la vida.
Los (as) hermanos (as) te moldean, te hacen ser mejores personas, te hacen confrontarte.
¡Gracias por todo lo que me has enseñado, si pusiera todo en papel, nunca terminaría!
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